Unos días atrás, al regresar de la compra, dejé las
bolsas sobre la mesa del comedor y, como
de costumbre solté a mi hurona para que me hiciera compañía mientras lavaba los
platos. De repente oí un ruido proveniente de las bolsas de la compra. Extrañado, me fijo en que la hurona no sólo se había subido a la mesa, (no sé muy bien cómo) sino que se había metido
en una de las bolsas e intentaba abrir el paquete donde estaba la carne.
Entre risas, la bajé al suelo y le di un poco de carne para que se entretuviera y así hizo, la troceó, y, amablemente fue dejando los trocitos en mis zapatillas que estaban en el baño.
Un regalito por si me entrara hambre por el camino.
Entre risas, la bajé al suelo y le di un poco de carne para que se entretuviera y así hizo, la troceó, y, amablemente fue dejando los trocitos en mis zapatillas que estaban en el baño.
Un regalito por si me entrara hambre por el camino.
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